Cuando se va a comer fuera y el restaurante que elegimos no tiene esparcimiento para los niños, o el clima no acompaña para salir a la calle, un imprescindible que hay que llevar siempre en el bolso para que los peques de la casa se entretengan, y por consiguiente, los adultos podamos tener una sobremesa un poco tranquila, es un bolígrafo o lapicero. El papel es más fácil de conseguir, ya sea una servilleta, una hoja de libreta...
Y ya si encima vamos preparados con un estuche de pinturas y unos dibujos para colorear, podemos tomarnos tranquilamente el café, la copa, y lo que nos echen.
Hace un tiempo encontré por internet estas láminas, que además de originales, una vez coloreadas lucen un montón. Nosotros hemos probado a pintarlas con lápices de cera y con rotuladores, y hemos decidido que nos gusta muchísimo más con estos últimos. Estoy pensando que con témpera también tienen que quedar bonitas, ya que cuanto más vivos sean los colores, mejor.
Por si no os habéis fijado, cada animal tiene su nombre y su procedencia. Una manera de que los niños aprendan dónde viven, jueguen con ellos una vez hayan terminado y desarrollen su imaginación.
La página web donde los encontré figura en cada dibujo, por si queréis echar un vistazo a lo que ofrece esta diseñadora.